Bogotá ha registrado históricamente altas concentraciones de partículas suspendidas en el aire que afectan la salud y calidad de vida humana. Por eso mismo en 2019 la ciudad declaró tres emergencias ambientales y procedió a la incorporación de transporte público electrico. Mediante su introducción se buscó (y continua buscando) reducir significativamente estas emisiones, sumadas a los óxidos de nitrógeno y ozono a nivel de suelo. Y eso mismo se está logrando, mediante este gran paso en la transición hacia una movilidad descarbonizada.
Se estima que es la flota eléctrica de Bogotá es la segunda más grande de América Latina, después de Santiago de Chile. De ahí que la ciudad liderará, junto con Medellín, Cali y Santiago de Chile, la electrificación del transporte público de Latinoamérica y el Caribe.
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